Corría el año 2005, todavía nadie oía hablar de la crisis, todo era tirar el dinero porque sobraba. Aqui no hay quien viva y Los Serrano eran las series más vistas en TV (algunas cosas no cambian); los partidos de fútbol se disputaban a veinte céntimos el gol (anécdota alcuesqueña); el iPhone todavía no había salido al mercado, es más, podías dar gracias a Dios si tu móvil podía echar fotos; Messi debutaba ese año en liga contra el Albacete, y Youtube acababa de nacer, permitiéndonos la posibilidad de gastar nuestro tiempo admirando vídeos de bebés riendo, yonkis que amenazan a un tal Cristian, recordando los éxitos del Fary o contemplando a un gato-tostada que surca el cielo durante horas y horas..
Ese otoño, el Pro Evolution Soccer 5, era el juego de fútbol más esperado, tras unos años malos del Fifa. Y cuando llegó, todo el mundo comenzó a buscar entre los equipos cuál de ellos tenía la mejor plantilla, algo necesario para vencer a tu contrincante y obligarle a pagar la media hora en el ciber de Isaac (otra anécdota alcuesqueña). Muchos eligieron el Inter de Adriano, Recoba o Martins; otros el Arsenal de Henry o el Manchester de Cristiano y Rooney o el Chelsea de Drogba y Lampard; incluso alguno tiraba de orgullo y elegía el Madrid o el Barça. Pero sin duda, un equipo marcó la tendencia de aquellos años: la selección brasileña.
Tal era aquella cantidad de estrellas que cuando llegó el Mundial de Alemania 2006, Brasil era la mayor y casi única favorito a llevarse su sexto título. Brasil perdió en cuartos de final ante el primer rival difícil que se le presentó: Francia. ¿Konami nos había engañado? ¿Estaban demasiado dopados los jugadores en el juego? ¿Por qué el árbitro japonés te expulsaba siempre a los jugadores?
Hola, soy Kazuki Ito, has mirado mal a un contrario, así que te expulso. |
La respuesta que aclara todo esto es que el Pro no deja de ser un juego, y que un partido de fútbol real posee muchos más factores que una simple flechita que puede cambiar de rojo a azul; pero aquí quiero analizar aquellos jugadores y compararlos con sus símiles en la realidad. Algunos jugadores puede que aparecieran en el 6 y no en el 5, pero era tal la magnitud de ese equipo que se mantuvo más de una edición como el equipo a batir:
PORTERÍA
Dida era el dueño y señor de la meta en el juego. Aquel portero que luego veías en el Milan cantada tras cantada, no tenía rival en el Pro. Julio César o Marcos eran sus sustitutos, perfectamente aceptados como excusas si perdías un partido con ellos como titulares.
DEFENSA
La defensa por defecto contemplaba una línea de cuatro con: Cafú, Juan, Lucio y Roberto Carlos (Roberto Larcos había pasado a mejor vida).
Cafú era indiscutible en el lateral derecho, en el banquillo descansaba un tal Maicon, que para lo único que servía en aquella época era para ser motivo de mofa o burla.
Lo bueno del Pro era la polivalencia de sus jugadores, (Robben o Wright-Phillips te podían arreglar cualquier baja en el lateral y, qué coño, he visto a Ibrahimovic parar penaltis) de modo que yo, personalmente, apostaba por Gilberto Silva para acompañar a Lucio en el centro de la zaga. Juan, Luisao y Cris esperaban en el banquillo, añadiendo la posibilidad de retrasar también a Emerson (si Guardiola y Tito reconvierten pivotes a centrales yo también puedo).
Roberto Carlos no tenía sustituto en el lateral izquierdo. Su velocidad (de hecho la cualidad más valorada en el pro) le hacía ser un peligro a la hora de atacar y un seguro para defender. La leyenda habla de un tal Gilberto que era su suplente, pero nadie le recuerda, Roberto Carlos jugaba incluso con la flechita lila apuntando hacia abajo. En este vídeo vemos una demostración de lo que era capaz (calidad Full HD):
Antes de acabar con la mitad de este reportaje, quisiera recordar un fallo del juego que, en lanzamientos de falta desde la mitad del campo, te permitía marcar con facilidad. El truco consistía en poner un segundo hombre, con él pasar el balón al lanzador principal que, según le viene el balón, lanza un pepinazo con parábola que se le cuela al portero por encima. Nadie sabrá por qué ese portero se adelantaba, incluso surgió el rumor de que pulsando triángulo se mantendría en la portería, pero todo era inútil; una falta a 50 metros de distancia conllevaba más peligro que un penalti.
Esto es todo por ahora, en la siguiente entrada trataré el centro del campo y la delantera y colgaré mi once inicial favorito.
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